Una de ladrones.
Llegaba exhausto a las tres a. m luego de bajarme de ese colectivo donde me esperaba para castigarme y arrebatarme todo lo que llevaba puesto una banda de la ladrones. Trate de correr pero fue en vano, eran cinco con armas blancas. No había nadie alrededor, no me resistí por miedo a que pasara lo peor. Puedo jurar que no sentí miedo ni mucho menos, solo los miré a los ojos preguntándome donde se irían después de asaltarme. Mi tranquilidad los puso nerviosos y empezaron a golpearme luego de dejarme solo con la ropa interior, no ofrecí resistencia deje que se descargaran con patadas, puñetazos y cintarazos, cuando escucharon acercase un vehículo salieron deprisa. Junte fuerzas para levantarme y caminar tres cuadras hasta llegar a mi hogar. Nadie vio el incidente, ni vio el estado ensarentado que me habian dejado dado la hora que fue efectuado el asalto, solo recordando lo sucedido debido a mi fijación de miradas reconocí a esos tipos que me golpearon y haciendo un esfuerzo mental visualice donde los había visto mas de una vez. Fui al armario saque la escopeta la cargue y me fui en busca de mi venganza. Pasé los tres barrios próximos a mi casa; el recorrido del colectivo siempre me hizo fijar cuando volvía de mi rutina diaria por esa hora de la madrugada a un grupo maleantes haciendo un ritual con rondas de humo en una cacha de fútbol de esa zona. Esa imagen la veía a diario por eso es que los reconocí. Antes de llegar fui por los alrededores para asegurarme de no topar directamente con ellos. Di vueltas de la manzana espiando la cancha y reconocerlos. Efectivamente estaban festejando mi desgracia, caminé como un tambaleando hacia ellos con mi ropa andrajosa para pasar por ciruja, ellos me vieron pero ni se molestaron, entonces tranquilo avancé, puse el dedo en el gatillo cuando estuve a mas o menos quince pasos disparé matando uno por uno a los cinco que me habían embestido, levante del suelo un cigarrillo de pasta base que se le había caído a alguno de los muertos y lo terminé de fumar hasta consumirlo en su totalidad. Revisé a cada uno, extraje lo que me pertenecía y me fui directamente a la comisaría a denunciar lo que había sucedido. Llegué al destacamento policial tome el libro de actas, le dije al cabo lo que pasó y me fui saludando...“Hasta luego cabo Ortiz”.. y el cabo correspondió el saludo con un...“Hasta luego inspector Santuchione”.