Sólo los ecos de un recuerdo.

Sólo los ecos de un recuerdo
pueden asemejar a la tristeza acumulada.
Sólo los menoscabados de las tormentas
pueden encumbrar la tiranía desesperada.
Y si de algún modo se dejase de poner trabas.

Sólo los terremotos del espíritu
pueden sacudir las mareas del infortunio.
Sólo los ladridos desesperados del día que no fue
pueden hallar la manera de acariciar el porvenir.
Y si los arrebatos no fueran tan deseosos.

Sólo los cuartos de humildad
pueden encauzar la indulgencia.
Sólo los libros de recetas de vida
pueden mezclar las sensaciones.
Y si las trochas acompasaran al tiempo.

Sólo los imperiosos en común acuerdo
pueden no ventilar las asperezas del mañana.
Sólo los acróbatas de las euritmias
pueden marcar el pulso de la constante.
Y si las calañas no desmembraran lo tangible.

Sólo los vastos de un recuerdo
pueden limar el conducto hacia la paz.
Sólo los mártires de pie
pueden llegar a los finales con pretensiones.
Y si la envidia se permitiese ser magnánima.

Todo se podría sin impostar las complacencias,
imaginar defenestrar la tibieza por la calidez.
Evitar yapar las malas caídas del pasado
dejando encontrarse uno con uno mismo.