Sr. Huerta! (¡Soñar no cuesta nada!)
Eran las trece treinta. Las agujas del reloj se quedaban quietas y mi pulso parecía mudo acompasándose al ritmo tuerto, de cada segundo cuando decidía que debía transcurrir. Entraban, los ojos, bastante seguido en un trance mortal. Los párpados pesaban como dos yunques en caída libre. La mirada, cada vez menos, se entretenía con algún objeto o alguna acción huérfana y carente de sentido producida en la oficina. El Know out previsible y determinante ya no dejaba mas alternativas posibles y evidentes. Solo el teclado de mi ordenador se transformaba ligeramente en mi almohada. Cada latido era lento y pesado. La respiración se embebía de súbito aliento para el sosiego El peso de mi cuerpo era cada vez más sospechado de caer y carente de movimientos. Un último bostezo para evitar lo innegable. Un chasquido en la oreja y luego la reincorporación desfigurada formando cuadros de teclas en mi frente. Hilos de baba recorrían por la mejilla derecha amenazando columpiarse luego de mi compostura física, Compañeros alrededor disfrutando de ese extraño y profuso sueño. Junto al mouse , y entre mi rostro, un papel escrito hacía guardia mientras esperaba ese renacer. Los rostros parecían palidecer a medida que me reincorporaba. Una sonrisa picara de parte mía al reconocer que me pudo el cansancio del fatídico lunes. Diciéndome para mis adentros que fui lo suficientemente débil para no poder ofrecer resistencia alguna. El papel se había adherido a mi mentón, producto de la adhesión con saliva. Logré despegarlo alcanzando a leer, apenas, lo que las lagañas me permitían....Sr. Huerta pase por la oficina del presidente. Al fin hemos conseguido su ascenso.
P/D: no se olvide de firmar el cheque.
Ah!...¡Soñar no cuesta nada!...
P/D: no se olvide de firmar el cheque.
Ah!...¡Soñar no cuesta nada!...