Sonofotlon

lunes, octubre 02, 2006

Otro cuentito divido en 3 partes. Parte 1 (incompleta...)

Los cambios atmosféricos lo habían trastornado, a tal punto que no salía de su casa. Evitaba todo tipo de contacto con el exterior de su hogar. Se hacia traer lo que necesitaba. En sus años previos vivía de manera opuesta, era muy difícil que permaneciera encerrado. Pero esto fue hasta que la vida normal se transformara en un caos. Todo fue sucediendo continuamente...

Mientras paseaba con una señorita que la cotejaba por esos años, en un alto se apoyaron en una baranda para contemplar el glaciar Perito Moreno. Estaba anunciado que ese día iba haber desprendimiento. Estaba colmado de gente y medios televisivos de todo el mundo. Después de una larga espera y risas de por medio, un crujido estremecedor hizo inicio al espectáculo natural esperado. La gente ovacionaba, sacaban fotos, filmaban. Eufóricamente se abrazaban. No duro mucho el espectáculo apenas se derrumbo una punta, todos permanecieron mirando fijamente, porque aun se escuchaban crujidos. Pasaron alrededor de tres horas del primer y único indicio hasta entonces. Nadie se quería mover del lugar por miedo a perderse el resto. Había algo cierto, era que ya no se escuchaba el crujir. La temperatura ascendió al menos cinco grados. Pasaron treinta y seis horas, pero nada mas sucedió.
Un inadaptado para llamar la atención de todos, se largo desnudo al lago. Esa acción hizo que mas de uno se diera cuenta que el nivel e agua había ascendido casi llegaba al borde de la defensa. La persona que se tiro no hizo ninguna mueca de frío y se alejó para el lado de los hielos. La guardia con helicópteros se lanzaron hacia él. Lograron capturarlo y en el rostro del personal de rescate se podía percibir desconcierto por la temperatura del agua, no estaba muy helada y un cuerpo con mucho movimiento no sufría de hipotermia. Una vez rescatado a punto de volver a tierra recomenzó un a correr un viento muy fuerte y helado. El glaciar desprendió una lluvia de estalactitas pequeñas que pudo derribar en pleno vuelo al helicóptero, pero la lluvia se dirigía para todos lados. El agua rompía las calles y el caudal aumentaba abruptamente. Corríamos tomados de la mano chocándonos con las otras personas que huían desesperadas para no ser alcanzadas. Llegamos al auto, y salimos cuanto antes pudimos. Todo el pueblo se hundía. El trafico era un infortunio. El llanto estremecía por las perdidas, de lo material en algunos casos y en otro por la de algún ser querido. Todo empeoraba ya no era viento sino tormenta con granizos enormes casi del tamaño de una naranja que destruía los cristales de las casas y de los vehículos. Aceleramos pero justo se despejó un sendero de arena. La radio con interferencia comunicaba que todos estábamos siendo asediados por distintas catástrofes insólitas. En algunos canales radiales se insinuaba que era el fin del mundo, el Día Final. Asia, Oceanía, centro y sur de Europa se hundieron en lodos . América del norte estaba siendo devastada por volcanes y terremotos.